La adjudicación de la obra del
edificio del Ayuntamiento de Medellín a una empresa de fuera del municipio ha
colmado el vaso de la paciencia de los autónomos locales. Y es entendible,
sobre todo en los tiempos que corren en los que escasea el trabajo en el
sector de la construcción.
En conversación con el alcalde,
nuestro Portavoz Municipal, Valentín Pozo, tuvo la ocasión de preguntar sobre
esta cuestión. No vemos lógico que se invite a participar en un proceso de
adjudicación de una obra a una empresa de fuera, y no porque tengamos una
visión “localista” del tema, sino por lo mencionado anteriormente: la delicada
situación por la que atraviesa el sector de la construcción.
¿Por qué se ha invitado a participar entonces a
una empresa de fuera? Según palabras del alcalde, porque quería tener una
“consideración especial” con una empresa (la de fuera) que había hecho el
esfuerzo de invertir en Medellín, en referencia a la nueva urbanización que se ha construido en el municipio.
Esta respuesta podría tener algún
sentido pero, esa empresa, a la vez que ha invertido en Medellín, también ha
sacado un beneficio con la venta de las viviendas. Es decir, que es muy loable
el riesgo que haya querido asumir pero que dicho riesgo, como en cualquier
inversión, lo ha asumido libremente y, en este caso, entendemos que habrá
obtenido unos beneficios por ello.
Entonces, ¿a qué se debe esa
consideración especial? ¿No es preferible que, si la decisión de invitar a las
empresas del municipio depende del alcalde, este no les dé preferencia? No
olvidemos que estas empresas pagan sus impuestos en Medellín y que llevan a
cabo obras en el municipio más allá de las del Ayuntamiento.
Ante este planteamiento, el
alcalde apeló a la cuestión económica alegando que los presupuestos que
presentan las empresas locales son sensiblemente superiores a los que ha
presentado, por ejemplo, esta empresa de fuera invitada por él. De acuerdo, si
esto es así, antes de invitar a empresas de fuera, dialogue con las del
municipio. Comuníquele que si no quieren que se invite a las de fuera deberán
ajustar más sus presupuestos. En el diálogo está la clave. En caso de fallar el
diálogo y que las empresas se negasen a ajustarlos entenderíamos que se invitara
a empresas de fuera pero, cuando el diálogo está roto o no existe, poco se
puede hacer.